Estrategias para superar el Síndrome del Impostor

No dejes que tu mente te engañe respecto a lo que puedes conseguir.

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que una persona siente una falta persistente de autoconfianza y teme ser expuesta como un «fraude», a pesar de sus logros y competencias. Las personas que padecen este síndrome suelen atribuir su éxito a la suerte, al azar o a factores externos, en lugar de reconocer sus habilidades, capacidades genuinas y esfuerzos. Puede afectar a individuos en diversas esferas de la vida, como en el trabajo, en el ámbito académico o en situaciones sociales. Sucede muchas veces que las personas con síndrome del impostor creen que no merecen sus éxitos y que no están a la altura de las expectativas. Pueden haber alcanzado metas admirables y recibido reconocimiento por sus esfuerzos y, sin embargo, creer firmemente que no merecen tales elogios y que, en realidad, no son tan competentes como otros creen, lo que puede llevar a niveles elevados de estrés, ansiedad y una autoevaluación negativa constante.

A menudo está vinculado a un deseo perfeccionista y a un temor profundo al fracaso. Todo ello produce un gran agotamiento emocional.

¿Por qué ocurre esto?

Principalmente por nuestras creencias limitantes.

No soy lo suficientemente bueno/a: la creencia de que uno no posee las habilidades, conocimientos o competencias necesarias para el éxito, a pesar de que la evidencia diga lo contrario.

Si me sale fácil es porque no está bien hecho: asociar, hacer algo bien con el esfuerzo que nos exige esa actividad. Relacionar el esfuerzo y sacrificio con la calidad. Si cuesta esfuerzo, es que se está haciendo bien; si no, parece que no estamos cumpliendo con nuestro deber. Evidentemente, el esfuerzo es necesario para crecer y alcanzar nuevos horizontes. Pero no debemos olvidar que también se pueden hacer cosas bien sin demasiado sacrificio.

No puedo ser exitoso haciendo lo que me gusta: no reconocemos nuestra grandeza debido a que nos enfocamos en el «sufrimiento y sacrificio» que supuestamente exige conseguir algo bueno y no vemos ni le damos lugar a lo que surge naturalmente.

El éxito es cuestión de suerte: pensar que los logros son resultado de la suerte o circunstancias externas, no de la propia capacidad y esfuerzo.

Engañé a todos para llegar aquí: sentir que se ha engañado a los demás para alcanzar el éxito y que eventualmente se descubrirá la "verdadera" falta de capacidad.

No merezco el éxito: creer que no se es merecedor del éxito, los elogios o el reconocimiento, lo que lleva a minimizar los propios logros.

Siempre tengo que ser perfecto: la creencia de que cualquier error o defecto revela la propia incompetencia, por lo que se debe alcanzar la perfección en todo momento.

Los demás son más competentes que yo: pensar que los demás son más inteligentes, capacitados o merecedores de éxito.

No puedo fallar: miedo intenso al fracaso y a las consecuencias que podría tener para la percepción que los demás tienen de uno mismo.

No puedo aceptar ayuda: la creencia de que aceptar ayuda o apoyo es una señal de debilidad o de incompetencia.

El síndrome del impostor puede tener varios efectos negativos:

Desarrollo profesional: puede limitar las oportunidades de carrera, ya que las personas pueden evitar asumir nuevos desafíos o roles de mayor responsabilidad por miedo a no estar a la altura.

Autoestima: contribuye a una baja autoestima y autoimagen negativa, ya que las personas no reconocen sus logros y capacidades.

Estrés y ansiedad: genera altos niveles de estrés y ansiedad, debido al miedo constante de ser "descubierto" como un fraude.

Procrastinación y perfeccionismo: puede llevar a la procrastinación por miedo a fallar y al perfeccionismo excesivo, donde las personas sienten que su trabajo nunca es lo suficientemente bueno.

Relaciones personales: afecta las relaciones personales y profesionales, ya que la inseguridad puede hacer que las personas sean menos abiertas y honestas con los demás.

Satisfacción personal: Reduce la satisfacción personal y el disfrute de los logros, ya que las personas no se permiten sentir orgullo por sus éxitos.

¿Qué podemos hacer para superarlo?

1) Entrenar nuestra mente para salir de la confusión, desarrollar estrategias y adquirir seguridad, tomar perspectiva por encima de nuestro mundo emocional y conectarnos de forma más objetiva con lo que está pasando. En este caso, reconocer lo que hacemos bien y confiar en nuestras capacidades innatas o adquiridas. Nuestra experiencia y talentos innatos o aprendidos son herramientas que debemos usar a nuestro favor.

2) Valorar lo que otros ven en nosotros y sorprendernos por lo bueno que brota con o sin esfuerzo. Aceptar los elogios sin minimizarlos. A veces los otros ven en nosotros lo que aún no podemos ver y reconocer.

3)Reevaluar las creencias limitantes, identificarlas y desafiarlas para reemplazarlas por otras más realistas y positivas. Procurar que las creencias nos habiliten, que sean útiles.

4)Mantener un registro de logros, un diario de éxitos para recordar las capacidades y esfuerzos.

5)Tratarnos con la misma amabilidad y comprensión que ofreceríamos a un amigo en una situación similar.

6)No compararnos, inspirarnos. Buscar mentores o modelos a seguir, puede proporcionar orientación y un ejemplo de cómo enfrentar desafíos similares.

7)Aprender a vivir con el error. Aceptar que cometer errores es parte del aprendizaje y crecimiento profesional.

8)No desconectarnos de nuestro propósito y para eso preguntarnos:

 ¿Para qué hago lo hago? Para aprender, para crecer, para experimentar, para compartir y expandir, para disfrutar.

 ¿Para quién lo estoy haciendo? Para mí y para quien lo necesite y quiera.

 ¿Por qué? Porque se me apetece y quiero vivir la experiencia.

 Cada uno tendrá sus respuestas y su propósito.

 He aprendido que la vida te sorprende cuando te aventuras a lo desconocido.

 Déjate sorprender.